La guerra de comandos fue desigual. Una primera prueba determinó a la élite. El comando se infiltró sin demasiados problemas, y Miguel B, Pablo B, Pablo M-S y David lograron activar la carga explosiva que derribó la torre. Las siguientes operaciones no fueron tan sencillas: Sergio, Ignacio, Enrique, Pablo M, Gonzalo… lo intentaron por todos los medios, pero fueron derribados sin piedad. Miguel M se consagró como ojo de halcón, seguido de cerca de Javi, que llegó a derribar a algún que otro desventurado. Se notó el tiempo de guerra en el que vivíamos por la falta de alimentos, y el exceso de bebida para combatir el duro bochorno que nos acompañó. La guerra de comandos sólo acaba de comenzar. Continuará.
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